LA PLAYA DE CACHOEIRA DO BOM JESÚS. Así nació mi amor por Brasil.

Pablo Palmeiro Praia Cachoeira en auto a brasil
1982
Era el año 1980, yo era un pequeño niño de 5 años a punto de cumplir los 6 y había llegado a Cachoeira do Bom Jesús con mis padres y mis hermanos en un flamante Peugeot 504 verde que arrastraba un pesado trailer cargado con un bote inflable  de pontones amarillos y piso desamarble de madera barnizada. El baúl iba lleno de equipaje para los cinco, nosotros llenos de ilusiones y el bote lleno de provisiones como para un batallón. Si bien a dónde íbamos no era el desierto del Sahara, no era tan facil conseguir provisiones como lo es ahora por eso nos habían recomendado llevar comida desde Buenos Aires.
Para ir a un supermercado "decente" había que ir a Florianópolis y como en aquel entonces no estaba la autopista y el asfalto llegaba a la rotonda de entrada ir "hasta Florianópolis" era todo un programa...
Ese primer año nos hospedamos en el Cachoeira Praia Hotel, un hermoso hotel en una ubicación privilegiada con salida directa al mar, departamentos de 2 pisos, hermoso parque y a pocos metros del "centro" de Cachoeira do bom Jesús que en aquel entonces era apenas una pescadería, un mercadito, una escuela y muy pocas casitas de madera que sus dueños estaban comenzando a pensar en la idea de quizás alquilarlas a turistas alguna vez.  Al año siguiente volvimos a Brasil, pero se ve que los ahorros no eran los mismos que los del año anterior, por lo que comenzamos a recorrer la ruta en busca de algo mas económico. Lo encontramos. Una señora que pronto aprenderíamos que su nombre era Marina, nos ofreció un pequeño departamento de 2 ambientes con baño privado, aire acondicionado y cocina a gas; con estacionamiento y un quincho enorme al fondo con una gigantesca parrilla. Hasta tenia ganchos para colgar hamacas paraguayas las cuales no tardaríamos en comprar. Demás está decir que nos quedamos en ese paraíso al cual regresamos religiosamente cada Febrero durante mas de 20 años hasta que hace pocos años comenzamos a recorrer otros destinos. Era sobre el mar, en aquel entonces, todo era sobre el mar, alquilar algo a 2 cuadras del mar era imposible, por que no habia nada para alquilar "tan lejos" de la playa.



Año tras año "Dona Marina" nos invitaba a hospedarnos en su hotel en Canasvieiras, el Marina's Palace Hotel que iba creciendo y mejorando, pero nosotros seguimos fieles a las casitas que tenía en Cachoeira do Bom Jesús. No eramos los únicos. Cinco familias mas compartían nuestra pasión por ese lugar, algunos se quedaban solo una quincena y otros nos acompañaban todo el mes. Había niños de edad similar a la mía, algunos argentinos, algunos brasileros. Jugando fuimos aprendiendo los idiomas, juegos, canciones y costumbres de los otros. Mientras mis amigos brasileros me hacían escuchar a los entonces desconocidos Paralamas do Sucesso y Legiao Urbana, con mis hermanos les cantabamos canciones de Sui Generis y Raul Porcheto (bueno! estaba de moda che!). Mientras los chicos jugabamos los grandes fraternizaban con sus pares brasileros sobre las diferencias entre el mate y el chimarrâo, o las similitudes y diferencias entre el forrô y el chamamé.
Muchos años han pasado y muchas cosas han cambiado, el bote que era amarillo luego fue verde y naranja, dónde antes había rutas de tierra ahora hay autopistas, las casitas de madera le cedieron lugar a muy confortables hoteles y condominios, y el salvavidas antes inflable ahora está incorporado bajo la piel. Pero hay algo que permanece intacto: El recuerdo de aquellas vacaciones con amigos, castillos de arena, carnavales, cumpleaños en vacaciones, la amistad de doña Marina y su familia y algo casi igual de importante: El mar,  tranquilo tipo pileta, con su temperatura super agradable y las puestas de sol doradas sobre las montañas del continente que nunca son iguales, pero siempre son hermosas.
A los que siempre me preguntan "¿Cómo nació tu pasión por Brasil?" les respondo:
"Si vos despertases cada mañana en un lugar asi y te fueras a dormir todas las noches escuchando el ruido de las suaves olas, no estarías apasionado también por ese lugar?
Atardecer en Cachoeira do Bom Jesús
1986
Mi eterno agradecimiento a Doña Marina por haber convencido a mis padres aquel '81 de que nos hospedaramos en sus casitas.

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